No te creas todas tus creencias.

Sin darnos cuenta, elevamos nuestros pensamientos a verdades. Pasamos con mucha rapidez a considerar que esa teoría que hemos elaborado recogiendo elementos de nuestra experiencia personal es una verdad consolidada y fiable.

Después, llegas a terapia psicológica y le cuentas al profesional todos tus tropiezos, a los que llegaste sin saber cómo. Entonces el psicólogo o psicóloga te empieza a poner en duda tus planteamientos y algo en ti se agarra a ellos como si le fuese la vida…

Dice el yoga que hay dos motivos para el sufrimiento, uno es la ignorancia, y el otro es el conocimiento incorrecto.

Para el constructivismo radical, los humanos no podemos llegar con nuestro intelecto a conocer la verdad, así que tenemos que conformarnos con elegir bien nuestras creencias (y no permitir que sean siempre ellas las que nos elijan a nosotros/as).

Y así es como en terapia nos dedicamos a discernir cuáles de las creencias te están haciendo sufrir y limitando y cuales te hacen crecer. Y esto cambia en cada persona y circunstancia, de ahí que haya que hilar fino y por eso en terapia no es tan fácil aplicar protocolos, cada persona es un mundo especial y maravilloso.

La creencia limitante que más a menudo me toca desentrañar es la de que la vida es una línea recta: venimos de la nada y vamos a la nada, y en medio van pasando los días y oportunidades que “nunca volverán”. En este esquema, si miras al pasado siempre hay añoranza o culpabilidad, si miras al futuro estrés o ilusiones dañinas.

La alternativa es que la vida es una espiral, todo va girando y aunque te equivoques tienes una nueva oportunidad, al igual que si este año se te pasó la temporada de cerezas sin probarlas, solo tienes que esperar una nueva primavera. Así es en realidad como funciona todo lo que conocemos los humanos. El ciclo del agua, del carbono, de las estaciones, las lunas, las cosechas… Nunca ví a un agricultor triste en invierno por no poder recoger frutos y ver todo con escarchado, simplemente comienza a preparar la tierra para una nueva primavera.

¿Cuál te hace sentir mejor?

Ambas son creencias, no tenemos evidencia clara de ninguna de las dos. En tal caso, ¿por qué no vivir acorde con la que mejor te hace sentir? La buena noticia: podemos elegir nuestras creencias,(no así las “verdades”). Basta con empezar a planificar nuestra vida acorde a esta nueva creencia y todo cambia. Ya no tiene sentido conductas de evitación, ni tampoco enfadarse tanto durante años, ni estresarse demasiado… Mejor encontrar lo que da sentido a nuestra vida y aplicarse en ello con ecuanimidad.

Carlos Faulin García, Psicólogo, Noviembre 2021

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